EDICIONES DULCINEAS - COLECCIÓN LOS ILUSTRES - POEMARIO:"LA MONTAÑA" DE HORACIO HIDROVO P.(esp.-fr.)

“La soledad se parece a un anciano/ asomado al ocaso / He visto morir las redes junto al mar” nos dice Horacio Hidrovo P. en su bello poemario “La Montaña”.

Desde esta perspectiva, con un lenguaje pintoresco marcado por su angustia relativa al tiempo y a la soledad, el poeta nos invita a descubrir el alma de su montaña, que, al igual que “La montaña” de Gao Xingjian (premio Nóbel), Horacio nos deja tan impresionados y extasiados como aquél.

A lo largo de su peregrinaje, el hombre se apoya en su bastón de recuerdos, es así como el poeta nos cuenta con vehemencia el idilio con su montaña amada.

 Desde que era joven Horacio ya se identificaba a su montaña, él creció a su lado, corrió, saltó, la exploró y también se reposó muchas veces en su regazo, escuchando muy de cerca los latidos de su corazón. Estos dos seres fundieron sus almas para convertirse en una sola mente universal.

Un viento verde mece sus sueños, sus ilusiones y sus esperanzas, porque la montaña también posee vida, un soplo divino la habita.

Así ha crecido Horacio, hasta el instante sublime en que da un salto gigantesco y llega a la cima de su montaña. Esta conquista le otorga al poeta el tesoro mas preciado para todo ser humano: la libertad.


“Para vivir hay que suspenderse/ en los trapecios de la esperanza”. El autor nos dice también cuánto nos marcan las experiencias dolorosas de la vida. Hay que hacer atención porque “La ciudad nos llama/ con sus trampas invisibles” y nos envuelve; así, el poeta denuncia que “todo hombre urbano/ es un loco amastrado” que cierra él mismo los barrotes de la cárcel de su conciencia y termina por imponerse su propio castigo.


“Hoy está la montaña/ entre la oferta y la demanda/ distante de los astros”, es una certeza con reales y tangibles consecuencias:“ los nuevos niños/ ya no podrán trepar la montaña/ sus manos no tocarán/ la corteza de los árboles/ tampoco escuharán el ascenso de la savia/ y no conocerán nacimiento de los ríos”.


Horacio hace de su montaña un santuario metafórico donde cada uno debe ir a beber el cáliz de la vida. Mismo si con el tiempo todas las montañas desaparecerán de la faz de la tierra, el autor nos promete con sus armas de poetas:“ cosecharé una nueva montaña./ Buscaré los árboles del cielo,/ las vertientes que bajan de los astros,/ las aves que despiertan los puertos de la luna.”


Horacio, ha encontrado en la búsqueda de su exploración interior, soluciones a lo que es nefasto para nuestro mundo, así podremos siempre dirigirnos a lo universal del alma y contar con los recursos del potencial humano, lo más puro, su esencia y tratar de modificar el curso del destino.

LA EDITORA
Cecilia Zevallos Petroni


T. Rivieres-Québec-Canada

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Muchas gracias a todos los Quijotes y Dulcineas por dejarme vuestros comentarios. Perdonen si no puedo responderles individualmente pero quiero que sepan que cada uno me deja un átomo radiante de luz que nutre a mi alma.
Ceciely