PREMONICIÓN A LAS PUERTAS
Reciente poesía ecuatoriana
(Autores nacidos a partir de 1979)

Estudio, selección y recopilación:
Freddy Ayala Plazarte




En el marco Encuentro de Jóvenes Escritores de América Latina y el Caribe Taller de escritores jóvenes del Alba, XXI Feria Internacional del Libro de La Habana-Cuba, 2012se presentó el libro auspiciado por el Departamento de Comunicación y Cultura, Editorial Universitaria, Universidad Central del Ecuador:


INTRODUCCIÓN
(extracto)

Y mientras alguien –luego de haber cumplido con el disciplinamiento de portar un informe –corre tras el bus para no retrasarse a su trabajo, para mostrarse ante los demás con una imagen de exactitud, puntualidad; y no obstante, en el radio se vierten informaciones, sobre todo político, a veces resuenan melodías musicales, sin embargo, hay abundante humo en las cortinas. 

Alguien advierte el tráfico latente en alguna avenida, y tras este descalabro de idas y ruidos de tacos, zapatos, quedan migas de pan en la mesa, una cama con las cobijas en desorden, gotas de agua que salpicaron al espejo; tintes, peinillas, aretes y correas desperdigas, y una fuerte luz que atraviesa la piel hasta los huesos como anunciando otro día; y cada vez queda más pelo en la almohada; es la invocación urbana del amanecer.

Sin embargo, más tarde, hacia el meridiano, por una esquina el viento se posa sobre la sangre de una cabeza cortada, y de pronto, otra ventisca avienta un voluptuoso cuerpo femenino: es el periódico que una señora porta entre sus manos, y en el trayecto de una vereda un hombre extiende sus brazos para recibir una moneda, hay mujeres que corren con un niño entre sus brazos, pero también, quienes portan una corbata hablan menos con el que va a su lado, y el cielo solo cambia de angustia cuando las nubes se juntan o se emplazan, parece que lloverá.

No obstante; alguien me ofrece un pequeño afiche donde está impresa la fecha de un concierto de rock, en la cual dice; , cinco dólares la entrada más el cd promocional, y antes de desprenderme de la vereda hacia la próxima calle, recuerdo haber olvidado el reloj en el cuarto. Creo que me he internado en otros tiempos, pero todos pasan rápidamente, casi nadie se detiene, a menos que un semáforo lo haga; es la travesía de la ciudad, un logaritmo de imágenes.

Hacia las seis de la tarde veo que una mujer ignora sus espejos internos y deshila su cabello para sumergirlo en el agua, a espaldas de un monte queda algo de luz y entre las lentes de un ciego oscurece, pero él tantea con su bastón en el césped la siguiente pisada. Y los niños olvidaron sus canicas en el agujero de tierra, y antes de irse, con un clavo dibujaron circunferencias. He vuelto a mi cuarto, ha pasado la medianoche, la ciudad también silencia.       

Alguien como el tiempo me ha invitado a condensar distancias y lejanías, alguien como el tiempo me ha hecho ver que ya no hay tiempo atrás de los relojes, y por esto, llevo en la memoria ausencia/ presencia de voces, sonidos, olores, formas, cuerpos, imágenes, mutismos; ¿Acaso en aquel destiempo de retornar a los rituales de lo ausente se pretende invocar al mismo ser? ¿Quizá el retorno más cotidiano y sólido sea volver a habitar en la imagen cuando el mundo físico desaparece?

Y por aquellas formas oníricas y urbanas de habitar la “realidad” es un desafío asumir la responsabilidad de visualizar la propuesta “Premonición a las puertas” Selección de la Reciente poesía ecuatoriana, elaborando perspectivas para dar enfoques acerca del panorama cultural latinoamericano/andino. Como ambivalente, complejo, ambiguo, paradójico, las ciudades latinoamericanas se han constituido desde diversos discursos entre el poder y la dominación, que dicho sea de paso, es lo que ha caracterizado al proyecto de la modernidad.

En tal perspectiva, me permito abrir un paréntesis de referencias para contextualizar la construcción de los discursos poéticos, en las temporalidades: sincrónica, diacrónica, anacrónicamente; de hecho, la poesía está en y contra el tiempo, a la vez mutando a otras dimensiones; términos fractales como memoria, urbanismo, tradición, modernidad, erotismo y profano; humor, metafísica, mitos, psicodelia, infancia, ironía, feminidad, son relatos que nos convocan a relacionar históricamente lo andino/latinoamericano. Precisamente hablar de la Reciente poesía ecuatoriana es mirar también hacia atrás.

Por una parte el escenario Abya-yala, en la América ancestral, donde las culturas primordiales, mediante la oralidad, los ritos y tradiciones, edificaron memorias, símbolos para celebrar a la Tierra, la comunión entre el runa andino  y su entorno, según Joseph Estermann, no obstante, fue vital para asimilar que había una memoria oral, donde el aborigen mediante la cosecha y el ritual encontró sentido a sus orígenes, en el pasado, en los dioses.

Sin embargo, este espacio simbólico y cosmovisión fueron violentados, extirpados tras la conquista; la colonización dio como resultado regímenes de imposición, me refiero a América Latina; pero a pesar de regímenes como la evangelización y el entrecruzamiento étnico, que dieron resultado el mestizaje, hubo una reinserción de la imagen idolátrica y resistencia al patrón hegemónico con el barroco, por tanto, el sincretismo ha sido el vínculo entre lo “autóctono” y “apropiado”.

América “Latina” y América “Andina” son dos discursos unificados y legitimados en el imaginario de las sociedades latinoamericanas.  ¿Acaso somos lo uno y lo otro? Y estos argumentos permiten mencionar el gran poema Boletín y Elegía de las Mitas del cuencano César Dávila Andrade, donde se condensa el problema racial, colonial, de reclamo al origen, y usando la categoría “heterogeneidad” de Antonio Cornejo Polar, decir que en Latinoamérica, históricamente, se ha traspuesto lo oral y la letra, donde cohabitan las diferencias.
El Quechua peruano, el Quichua ecuatorial, el Aimara en Bolivia, el Inga en Colombia, el Mapuche en Chile o el Zapoteca en México, son algunos de los dialectos que persisten, a pesar que el claroscuro llamado “progreso tecnológico-industrial” incentive a que el inglés sea el idioma estándar de difusión en instituciones educativas.

¿Acaso no debemos también reconocer nuestras memorias genéticas, ancestrales?, y bajo estos parámetros hablar de heterogeneidad es referirme también a las estéticas urbanas de la modernidad; porque la suma de estos discursos, étnicos, genéricos, urbanos, ancestrales, ideológicos, ya caracterizan histórica y culturalmente a nuestras Naciones.

Ya lo ha dicho rigorosamente Carlos Fuentes; “Todo escritor nombra al mundo, pero el escritor latinoamericano ha estado poseído de la urgencia del descubridor. Si yo no nombro, nadie nombrará. Si yo no escribo, todo será olvidado. Si todo es olvidado, dejaremos de ser”[1].

Respecto de la heterogeneidad pienso que Europa ya no está en Europa; Europa está en una calle, en un cine, como representación teatral, vitrinas de libros, en un bar de mi misma ciudad; por la vereda encuentro varios locales con iconografía extranjera, a la manera de Borges que desde su Buenos Aires escribía la hermenéutica de sus relatos en torno a mitologías islandesas o germánicas, es decir, Borges fue el más latinoamericano de su tiempo.

¿Acaso también hemos sido antropófagos en el sentido de devorar marcas, productos, imágenes de lo extranjero e integrarlo en nuestro contexto?. Actualmente la urbes son los principales escenarios para visualizar relatos como la poesía; desde la negación o afirmación, las urbes empoderan incertidumbre en el sujeto de la modernidad, ahí es donde emergen los discursos y diferencias, luchas simbólicas, y a pesar de esto, la poesía da cuenta de los mundos internos de un mismo individuo.

No obstante, lo “civilizado” y la “barbarie” conviven con el sujeto de las urbes, como dos oposiciones binarias para establecer el orden o el “caos”. Ahí, es donde se estandarizan e institucionalizan movimientos sociales-políticos. Pero la barbarie ha sido un discurso explotado para legitimar el poder, sin embargo, también ha sido un discurso para que la poesía reivindique a lo marginal, a lo que se niega en el espacio público, lo que históricamente sucedió con relatos como el indígena, la negritud.

Y si mencionamos estéticas literarias de “barbarie” (surgidas después del romanticismo) que utilizaron la poesía y pintura ya en el siglo XX, como el movimiento de la antropofagia brasileña con Oswald de Andrade y Tarsila do Amaral, usando la categoría antropofagia para reivindicar al aborigen, que en tiempos de la colonia fue exotizado y tildado como caníbal,  así mismo, irrumpió el indigenismo en revistas peruanas como Boletín Titikaka de los hermanos Peralta, Amauta de Mariátegui, o Motocicleta de Hugo Mayo en Ecuador.  



Desde la propuesta vanguardista de los años 30, principalmente Perú, Bolivia, Ecuador, la consigna fue visualizar la imagen del indígena, pero por fuera de las “estéticas” y “esencialismos” actualmente en nuestro país tenemos amplitud de grupos étnicos como la negritud, el cholo, el montubio, o las comunidades y organizaciones en la Amazonía.
           
Pueblos étnicos que han edificado sus formas de vida desde tradiciones orales, esa transmisión fonética de mutuas generaciones donde la memoria ha sido el recipiente en el cual se ha depositado un pasado primordial, casos de celebraciones tenemos en varios puntos del país como el festival de la tradición oral en río Caña-Ayacucho, Manabí, que anualmente convoca en su celebración a otros grupos étnicos del país.

El montubio y la cosecha, el montubio y la conservación de la semilla, y sus identidades de vestimenta y creencia son algunas de las cosas que se discuten en el evento, además, se muestra al espectador la poesía popular  con el amorfino, que es parte de la identidad montubia, se dan cita poetas como Dumas Mora (Calceta, 1930), conocido como el poeta del carrizal, repentista, y por herencia de abuelos y paterna desde sus once años de edad ha optado por la oralidad para cantar a la mujer y a la naturaleza en sus coplas, décimas y quintas, pero estas referencias son esbozos de nuestras culturas, de lo que caracteriza a los conceptos andino/latinoamericano.

De tal manera; es una “barbarie” también evidenciar que el problema de la raza es por el color de la piel, como Sartre afirmaba que es imposible no ser racista, pero a mas que el problema racial se tensiona en el binario negro-blanco, también interpela otros regímenes marginales y excluyentes que no están en la piel, sino que forman parte de la mirada de la sociedad, dando como resultado fragmentación, escisión del sujeto. A diferencia de lo racial tenemos otro aspecto como lo étnico que no es cuestión de el color, lo étnico mas bien se vincula con las culturas propias, originarias de un espacio geográfico, etnias que se caracterizan por poseer códigos, vestimenta, símbolos de comunicación, ceremonias de identificación y convivencia con la tierra.

En tal medida; ¿A qué se debe haber citado dos tópicos en constante tensión como la raza y lo étnico? Porque es importante visualizar y exponer al lector que poetas ecuatorianos como Nelson Estupiñán Bass y Antonio Preciado, o Adalberto Ortiz de la provincia de Esmeraldas, representan voces de la negritud, porque la poesía les ha permitido deconstruir discursos como , y en tono de protesta social y reclamo han  indagado por la equidad, rescatando mitos, prácticas, trasmitiendo el jolgorio en sus poemas, las creencias y modos de hablar-actuar en el sujeto afroecuatoriano.

Y en relación a lo argumentado es relevante el libro Piel negra máscaras blancas en el siglo XX escrito por el filósofo Frantz Fanon, quien fue uno de los defensores e influyentes pensadores para la negritud, una de sus premisas decía: “el negro no es un hombre”, Fanon asume una postura revolucionaria con lo citado, ya que el hombre es el “monstruo”, y propugna por un renacimiento de lo que se entiende como negro, por la desigualdad en la que históricamente ha sido concebido.

Y a más de esto, cabe pensar que actualmente somos actores y expectantes de tendencias estéticas de contracultura, sociales e ideológicas, es decir; formas culturales que poseen prácticas y modos de dar sentido a la realidad desde sus espacios; así, el punk, el rock, hip hop, rap, algunos grupos han decidido cantar sus letras en quichua. Además tenemos colectivos de teatro, literatura, cine, pintura, movimientos LGBTI, en los cuales se construyen nuevas identidades de género, partiendo de los regímenes; masculino/femenino, y donde el cuerpo es el escenario para que el sujeto se reconozca como el “otro”; por otra parte, a raíz de los debates epistemológicos en los 80 sobre el feminismo, y desde los estudios decoloniales, se han buscado alternativas para reposicionar a la mujer que históricamente en la representación de Occidente, ha sido negada.

¿Acaso lo señalado anteriormente no son posibilidades para comprender la Reciente poesía ecuatoriana? Ecuador, país ecuatorial, donde la modernidad se manifiesta más en la tecnología, en las calles y anuncios publicitarios, en el desarraigo, porque tenemos lo antiguo y lo moderno para estar en la “realidad”. Inevitablemente estamos atravesados por los discursos que acabo de exponer, y a pesar de que en nuestra sociedad la lectura es un déficit evidente, los discursos poéticos toman fuerza. El hecho de que a veces no haya recursos o políticas culturales para que varios autores actuales publiquen, no impide que también se publiquen nuevos títulos.

Es un tiempo de estéticas, de reproductibilidad a la manera de Benjamín, donde se copia el pasado y se reinventa en el presente, la imagen cinematográfica ha sido beneficiada en un proceso tecnologizado, donde el arte y la tecnología han convivido con el pasado. Y por estos factores, es un reto proponer la selección de la Reciente poesía ecuatoriana. Ciertamente una obra no se legitima por la edad, o la condición social del autor, y es necesario mencionar que este trabajo es una selección y no una “antología”; más acertadamente sería hablar de una recopilación, porque a medida que avanzaba la investigación uno y otro autor; pues inicialmente se indicó que este trabajo estaba abierto a debate.

Hace 5 años inicié un trayecto de viajes, contactos, envíos de libros, reuniones, asistiendo a eventos como encuentros, recitales, conferencias acerca de la poesía. Desde el inicio se informó y se dieron a conocer los planteamientos de esta investigación a todos los autores interesados en el tema, y por ende, se hizo una lista general de autores.

Aun así, estoy consciente de las limitaciones de este proceso de investigación, como el hecho de voluntariamente recopilar autores y estar conscientes de no contar con los medios para mayor difusión y agrupamiento en la selección, y que por cierto, habrán más autores jóvenes del país que hayan publicado su obra y de los cuales no tengamos conocimiento; mas, en lo posible se ha procurado establecer una lista de autores con publicaciones como registros válidos de trabajo y oficio. Algunos con apoyo de instituciones y otros que desde la autogestión, han estado permanentemente participando en recitales, talleres literarios y en sus mismos grupos o individualmente.  

En tal medida, mantengo el criterio que este tipo de selecciones sean actualizadas, reeditadas, reelaboradas, e incluso refutadas, lo cual puede constituir un apoyo para futuros autores que publiquen. Es decir, nuestra intención principal es la de registrar un grupo visible, actual, de escritores, para que el proceso pueda ser continuado por los siguientes. La propuesta “Premonición a las puertas” Reciente poesía ecuatoriana agrupa una lista de 17 autores que han confirmado su deseo de participación en esta muestra.

Y con respecto al panorama de recopilaciones y selecciones nacionales de poesía anteriores a ésta, cabe señalar la antología de poetas jóvenes “Ciudad en verso” de Xavier Oquendo Troncoso, ofrecía una muestra del trabajo de novísimos escritores de distintas ciudades a mediados de los años 90 y que actualmente rebasan los treinta años de edad; las memorias del I Festival de Poesía Hugo Mayo, y el I,II,III Festival de poesía joven Ileana Espinel Cedeño (CCE, Guayas) y el Grupo Buseta de papel, además, las muestras actuales de poesía joven en Fractales I (CCE, 2008) y Fractales II (Drugos de la naranja editorial, 2011).  

Entre otras antologías que constituyen un antecedente de muestras de poesía ecuatoriana, están la del Ministerio de Cultura con Diario El Telégrafo, que editó  dos tomos de Poesía Ecuatoriana, realizada por el crítico Hernán Rodríguez Castelo, una de las muestras más aproximadas al quehacer poético ecuatoriano; La palabra perdurable (Guayaquil, 1993) de Fernando Balseca Franco; Poesía viva del Ecuador de Jorge Enrique Adoum; la editada en 2008 por editorial Eskeletra y Ángel Editor: La voz habitada (siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo); 10 / 80 veneno para poetas (10 poetas ecuatorianos en los 80) realizada por la editorial K-Oz;  Antología: la poesía del Siglo XX en Ecuador (Colección Visor de Poesía. Madrid-España, 2007) realizada por Edwin Madrid; 'Antología poética española y ecuatoriana contemporánea' de Edgar Allan García; La voz de Eros (dos siglos de poesía erótica ecuatoriana) de Sheila Bravo;   Palabras para abrir un mundo (23 poetas ecuatorianos del siglo XXI, Editorial Mar Abierto, 2011) de Augusto Rodríguez, también de la editorial Alfaguara Literatura ecuatoriana (antología de poesía y cuento) realizada por Iván Carvajal y Raúl Pacheco, publicada en el 2009.

Cabe añadir la realizada por varios escritores y críticos,  Historia de las literaturas del Ecuador (Universidad Andina “Simón Bolívar”), Tomo I hasta el Tomo XII, donde se recoge por géneros literarios y con redacción histórica se da a conocer la literatura ecuatoriana desde la época colonial hasta la época actual, podríamos seguir enumerando pero por referencia bibliográfica lo citado es únicamente para contextualizar anteriores procesos, y también vale dar una observación al libro ‘Amanece en nuestras vidas` Antología de poesía y cuento de mujeres indígenas ecuatorianas (Ministerio Coordinador de Patrimonio), donde la consigna es reposicionar la imagen femenina en la literatura en perspectiva central el indígena, como antecedente de la construcción poética desde un entorno aborigen y natural, y quizá estos libros nos convocan a reflexionar sobre el grado de vigencia que tienen actualmente los discursos de lo plurinacional, multicultural, intercultural, y cómo operan en el imaginario social, si se han decolonizado estas miradas que marginalizan al otro o continúan siendo un síndrome poscolonial.

Sin embargo, está claro que en ninguna antología de las mencionadas podemos encontrar a todos los autores, ya sean por épocas (sincrónica) o por generaciones (diacrónicamente); aún sin dividirlos por edades, realizar una selección es un aspecto relativo que va más allá de una cita de escritores. Es un trabajo que exige rigor y perseverancia. Por otra parte, la globalización, la proliferación de redes como Internet, han hecho posible ir estableciendo contacto con escritores jóvenes de otras ciudades Todo esto ha ido alimentando nuestra convicción acerca de la existencia de una Reciente poesía ecuatoriana. 

En este sentido, las selecciones promueven y son medios para dar a conocer obra de diversos autores nacionales y proyectarlos hacia fuera de nuestras fronteras. Es importante saber lo que sucede en los distintos lugares del país y cómo se va construyendo y dando sentido a otras realidades desde la poesía.

Así, en breves analogías y diferencias presento este libro, Premonición a las puertas Selección de la Reciente poesía ecuatoriana, 17 autores nacidos a partir del año 1979; Oswaldo Calisto Rivera Cachibache (Quito, 1979-2000), Juan Carlos Astudillo (Cuenca, 1979), Luis Alberto Bravo (Milagro, 1979),  Johanna López Santos (Quito, 1979), Carlos Luis Ortiz (Alausí, 1979), Rocío Soria (Quito, 1979), Alexis Cuzme (Manta, 1980), María de los Ángeles Martínez (Cuenca, 1980), César Eduardo Galarza (Guayaquil, 1981), Santiago Vizcaíno (Quito, 1982), Fabián Darío Mosquera (Urabá-Colombia, 1983), Dina Bellrham (Milagro, 1984-Guayaquil, 2011), Wladimir Zambrano (Guayaquil,1984), Andrea Samaniego (Quito, 1985), Víctor Vimos (Riobamba, 1985), Yuliana Marcillo (Chone, 1987), Sonia Montenegro (Tulcán, 1988), un grupo de autores que desde cada propuesta dicen y generan significación, es decir cada propuesta dialoga con un patrón simbólico de su propio creador, a la vez, que cada propuesta es un fragmento para ver los grados de ambigüedad de nuestro país (barroco, tropical, andino, latinoamericano); enunciar desde o por fuera de Ecuador es ya una manera de afirmar el origen.

En tales argumentos; podemos dejar una constancia e hilo conductor en la poética de cada autor, en torno a los temas que cada quien maneja, pues la intención no es jerarquizar tendencias o ismos, más aún, compararlos con autores, creo que al hacer este tipo de afirmaciones la poética de un autor contemporáneo pierde vigencia, sino mas bien, nos interesa acercar la subjetividad del lector a la subjetividad del poema y del poeta.

Entonces, tenemos el misticismo en los poemas de Cachibache, al leerlo uno piensa en la antigüedad, mediante el lenguaje entabla un diálogo con un espejo místico, propio de la espiritualidad del ser humano, con paisajes y animales exóticos, jardines, pasajes y personajes religiosos: ¡Ah, monje huyendo entre viragos críos de cafetín!/ alcanzó rasgar de grana sedienta lamentables perfiles en adopción/ velámenes del tatuaje becado/ y fieles articulando la ribera en sudario.

En Juan Carlos Astudillo está latente la ausencia, como espacio trascendental, y el poema es reclamo, es retorno, una búsqueda de sí mismo en lo deshabitado, en sus poemas la memoria se convierte en un letrero para advertir que lo vivido forma parte de una queja: viven las imágenes de mármol entre los sabios verdugos de la agonía,/ sus fauces largas cascadas de ausencia, abismos/ de lluvia enlatada y otros tantos de soledad…

A Luis Alberto Bravo le motiva el por art, la imagen cinematográfica, es decir, su poesía teatraliza la infancia humana –irrepetible –con acciones juveniles que asemejan un filme, donde la moda urbana es un mito que desencanta al individuo contemporáneo, arraigado a un discurso de ironías: Pero hay chicos susurrando/ a las chicas en el oído,/ una canción/ que creían haberla bailado antes. (…) El amor entra en tu corazón/
como el humo del vinilo/ en la quema de long-plays.

La poética de Johanna López Santos pone en cuestión al femenino entre un yo “íntimo” y un yo “público” del sujeto, es decir, donde las falsedades cotidianas edifican la vejez en personajes antiguos, pero con el lenguaje deconstruye su feminidad y lo reinvierte en perspectiva angustiosa: En la nostalgia del mes/ vos argumentas;/ de voces pálidas,/ de marcos complejos;/ esta agonía de recuerdos…(…)   lo último que deseo es/ mirarme en tus ojos/ para destrozarme de nuevo, nuevamente,/ novatamente….

Carlos Luis Ortiz en su poesía se muestra prosaico, con un manejo de la imagen en símbolo de infancia; es un niño el que escribe, a la vez es un niño y un hombre quien recuerda ejercitando la angustia del tiempo en la repetición, su memoria radica en volver sobre lo vivido con un rasgo metafísico y reflexivo;  No me duele el tiempo,/ mi madre vela por mis huesos cuando duermo.(…)  Me elevo hacia la tarde/ entro en ella como un hijo desterrado de todos los vientres y de todas las aguas.

Para Rocío Soria el erotismo (advierto que no es el eros seductor) y lo profano son dos virtudes para construir una poética del cuerpo: hiriente, lacerante, autodestructiva, bajo cuatro paredes, son las mujeres; hijas del poema, quienes en el desamor dejan huellas profanas, y ahí el dolor se vuelve humano, cotidiano: Las otras de mí/ deben haberse contenido el peso de las pupilas/ en los pañuelos de sangre (…) Cuerpoamor, cuerponada./ La noche anida muertes subrepticias, /insondables, /pájaros revolotean por las márgenes de los cuerpos (…)

Si pensamos en una ciudad violenta y en ciudades violentas que habitan en cada individuo, entonces, habitamos la poesía de Alexis Cuzme, a la manera de una crónica sangrienta evidencia un malestar individual-colectivo, y sus poemas elaboran una imagen transgresora porque niega las normas del canon social: Escucho Criminal a todo volumen./ La muerte desde dos parlantes/ es más hermosa /que correr la cortina/ y ver a mi vecino/ agujereado en la cabeza.(…) Repugno esta ciudad/ de cuellos rotos,/ gargantas sonrientes/ por tajos demenciales,/ estómagos obesos (…)

La poesía de María de los Ángeles Martínez está sujeta a un conflicto irónico entre el binario; masculino-femenino, es ella (la poesía) la que advierte y reposiciona a la mujer,
más aún, hablando en perspectiva contemporánea enuncia con un lenguaje coloquial el permanente quebranto de la convivencia: He visto a mi hombre/ tirado en el baño vomitando/ sus vicios y vacíos/ hasta la madrugada./ A veces le he dejado/ en la fría baldosa. (…) Pero qué importa/ todo el dolor,/ él jamás se acuerda/ al día siguiente/ y yo finjo que tampoco.

Marcar la piel, retornar al ser en dimensión marítima, sustituyendo a un dios mitológico por un semejante suyo, escribir desde la conciencia de lo ausente, elaborar una imagen propia con la palabra donde las paradojas íntimas del hombre están expresadas como un tatuaje, esto parece abrir el espacio simbólico de la poesía de César Eduardo Galarza, ya que cuando recuerda edifica más ausencia: La ciudad que edificaste/ fue cubierta por el mar./ Sus habitantes murieron/ y los dioses templan sus atarrayas/ donde alguna vez escribiste tu nombre.

Santiago Vizcaíno es un poeta que indaga lo insoportable de la condición existencial del ser, desde una óptica desoladora, el empleo de la metáfora le permite condensar un panorama de incertidumbres donde la soledad no actúa como un síntoma, sino que es imagen inquebrantable del sujeto: Olvida que soy yo el habitante que sonríe./ Asimila la virtud del horizonte que se acuesta./ Acompaña esta mañana con los guijarros/ que se descuelgan de la risa (…) Olvida que mañana sabrán que estoy solo,/ que rezaré, bajo la Virgen, y diré:/ «Haz de mí el animal que ríe mientras mira el horizonte».

Desde la imagen del padre, la madre y el hijo, Fabián Darío Mosquera, edifica un mismo cuerpo; onírico, celestial y carnal, en su poética hay resonancias, pulsiones que elaboran recuerdos a partir de la memoria y el deseo, la infancia (el hijo) es un mito pero en la medida que recurre al insomnio: ¿Recuerdas, Hermana Madre?/ ¿Recuerdas el grosero silabario de los días sobre el pastizal ardido como boca de/ viejo? (…) Y en esa luz labradora aceptaré malgastarme como en un sexo como en un dios/ cauterizado por el albedrío/ del relámpago.

En la poesía de Dina Bellrham hay una preocupación psíquica y deseante, una exploración interna por visualizar el lado inconsciente del femenino, símbolos como títeres, muñecas, zapatos, sobre todo, un espejo que refleja un “yo” en su otro, su otra, sus otras, quizá sea la metáfora de dar sentido a la condición humana con el conflicto y la lucha simbólica por ser-en-el-mundo: He vivido masturbándome los dedos/ y lamiendo lluvias taxidérmicas (…) Éste intento de hablar con espejos/ ha sido un digerir sin calorías; / me he perdido con el tiempo, soy de ayer (…)

Si asumimos como un metódico insomnio lo que Wladimir Zambrano con su lenguaje poético realiza, una exploración de imágenes delirantes en torno a la realidad externa y desde las cuales  interpela sus mundos internos, entonces sentimos memoria, porque entre el hombre, la ciudad y el océano, se ritualiza un viaje que no está en el sujeto, únicamente en el futuro poema: Y otro barco de la piel gastándose en las formas de mi sueño./ (…) una materia que pesa,/ pero se escapa de mis manos…/una palabra que escribo,/ pero se borra…/ Voy a cortarme la mano derecha,/ enterrarla en el jardín
y esperar a que crezca un hombre.

Para Andrea Samaniego poetizar desde el cuerpo es una forma de encontrar provocación en el otro, pero es un cuerpo que se erotiza como imaginario mas que como un performance hecho, es paradójico definir el carácter genérico en sus personajes porque imitan posturas y acciones esquizoides: Muriel agoniza en tu intento fallido/ Tus ganas ebrias esquivaron/ cuerdas y pastillas. (…)  Dice que recordar los ceros es vulgaridad/ ¿Deberá usar el escalpelo? Lo he traído por algo/ ¿Comer sushi en su ombligo?/ Si es un performance.

Victor Vimos ha encaminado su poesía en un contexto mediático y ambiguo como la urbe, ya sea por existir una aleación entre la ciudad moderna y lo queda de la ciudad vieja, donde la soledad es un mito para debatir la complejidad irresoluta del ser humano, porque son voces, insonidos, sombras, los que nos acercan a un origen esencial: acostumbrado a esconder las palabras/ en el silencio de otras voces, en el cuerpo de otras voces,(…) aprendí que el origen de la tristeza está en la raíz del aire,(…) y encuentro al niño que fui, remendando/ las alas de un abrazo.

En Yuliana Marcillo indagamos una manifestación irreverente con el cuerpo femenino, cabe pensar en una imagen “monstruosa”, mientras desoculta lo que calla el otro, busca afirmarse en la negación, y lo evidencia desde perspectivas como la ciudad, la moral, la religión, el sexo, y esto en el espectro dualista eros y tánatos: Ella llora en una esquina porque el amor le vio las güevas/ Usa minifalda y en desuso están sus tetas. (…) Tú le estás dando por la vagina/ y yo me estoy dando por los ojos. / Porque no es cuestión de meter y sacar/ si de todas formas me dejas jodida.

Sonia Montenegro elabora un discurso poético vinculado al nexo umbilical de su construcción femenina, referentes como el génesis bíblico (Eva), mitológico (Venus) y una identidad que averigua por sus mujeres a través de cualidades metafísicas como el alma: Duermo debajo del mar que habita en el útero de/ una flor doy un paso, hacia el pasadizo secreto,/ horario obsceno (…) Ella trata de alcanzar ese polvo dorado
que rueda sobre una estrella sedienta.

Y finalmente quisiera mencionar y dar un agradecimiento especial a quienes desde el inicio confiaron y creyeron en este largo proyecto; a pesar que muchas puertas se cerraron y otras se abrieron, Premonición a las puertas es un libro que estuvo en las manos y miradas de varias instituciones y personas, pero solo el tiempo prolongado y la paciencia le dieron un espacio propio de visibilidad. Debo recalcar que se pudo difundir parte de este trabajo en revistas de México, España y Perú.  

Así dejo mi gratitud compartida en diálogo: al colectivo literario la.kbzuhela por la difusión, al escritor Diego Velasco Andrade y sus archivos de actuales poetas ecuatorianos (as), al Licenciado Carlos Rodríguez y el Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad Central del Ecuador, Iván Oñate, Cristian Avecillas, a Raúl Serrano Sánchez en la Universidad Andina “Simón Bolívar” Sede-Ecuador.

A la editorial Círculo de poesía por confiar y publicar parte de esta publicación en el año 2009 en el periódico El columnista, Puebla-México; a Efraín Espinoza Falconí y su revista Página Zero en Palma-Mallorca, España, a Raúl Hernández, quien dirige la revista Cultura de Veracruz-México y gentilmente valoró la propuesta e hizo un número especial en toda la revista No.55, con el título Novísima Poesía Ecuatoriana; y en otro número publicó una edición especial en homenaje a nuestro gran poeta de la vanguardia Hugo Mayo. También a la Casa del Poeta Peruano, Lima-Perú, a su presidente José Guillermo Vargas  y a Joan Viva, poeta y diseñador de la página web, por dedicar una página especial bajo el título Premonición a las puertas Reciente poesía ecuatoriana.

Mi reconocimiento especial a los autores que enviaron sus textos y autorización; a los familiares de los autores ausentes como Dina Bellrham, Oswaldo Calisto Rivera  (Cachibache), que sus voces son una resonancia de luz.

Y sobre todo a mi familia, que a pesar de las miradas que se han ausentado, cosechan la cercanía, por siempre.

                                                                                               
Freddy Ayala Plazarte




[1] Carlos Fuentes, Literatura y Sociedad en Cuadernos de la Casa 2, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2000, p. 22. 

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