OPINA: RAÚL VELASCO GARCÉS


PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE POESÍA 
 ¡OH, KEMPIS! 
DE CECILIA ZEVALLOS PETRONI

Clicar: EL CIRCO

        Palabra mayor es "EL KEMPIS", escrito por Tomás Hemerquen, más conocido como Tomás de Kempis, escritor místico alemán a quien se le atribuye este Libro ubicado en el campo religioso filosófico con el nombre de "Imitación de Cristo", que en un general resumen puede decirse que narra la vida de su alma y su lucha activa para alcanzar su perfección espiritual, venciendo los obstáculos entre los cuales está "la sirena", esa seductora de este mundo que nos tienta con su atracción por el deseo de darle gusto al propio egoísmo y de obtener honores, famas, altos puestos, riquezas y gozos sensuales y vida fácil y cómoda, para luego, en otros pasajes de este Libro narrarnos las múltiples tribulaciones, contradicciones, humillaciones y desengaños, especialmente en el orden afectivo. 

     Destituido injustamente del cargo, abandonado por amigos que se imagina iban a ser fieles, es entonces cuando descubre que hay una amistad que no defrauda nunca y es la amistad con Jesucristo, y que allí se encuentra la solución para todas las penas del alma. Sintetiza esta historia existencial del alma, con una frase que también se le atribuye: “Vanidad de vanidades y todo vanidad”.

     Esta introducción, sirva para ubicar la obra de Cecilia Zevallos Petroni, que la titula “¡OH, Kempis!”, en el leive motiv de sus creaciones poéticas. Difícil tarea, de la que la autora sale bien librada de la prueba. No deja de sorprender que una mujer poeta haya retomado ese tema situado en espacio y tiempo en la primera mitad del Siglo XV. Pero más bien nos confirma en el hecho de que ciertas obras magnas del pensamiento y del espíritu humano son fuentes de sabiduría que traspasan esas barreras y se ubican en esa otra dimensión de universales eternos, que permanecen en las preocupaciones esenciales y por lo mismo siguen siendo actuales. 

     Tema de enigmas y desamparos interiores resueltos por la fe y la fuerza del espíritu en conexión con lo divino, en el caso del asceta Kempis; afrontados desde lo humano y profano, con sus debilidades derivadas de la propia naturaleza, en esta obra lírica de Cecilia, ubicada en medio de la aflicción de nuestro tiempo de simulaciones y engaños, en búsqueda de un “Dios silencioso”, a quien clama y pregunta: “Dime, quien es el gran Titiritero / que juega y destruye tus muñecos?”.

     No debe sorprendernos que Cecilia nos presente la misma imagen del hombre interior, puesto que esta no cambia a pesar de haber transcurrido siglos y milenios. En esta obra intenta descubrirnos otros rasgos del mismo hombre cuyas preguntas esenciales son: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, a dónde voy?. Y estas respuestas la poeta las va interpretando a través de la ventana de su alma y sus experiencias vitales. 

Clicar: FRAGMENTOS DEL KEMPIS - p.22

        Como bien observa la poeta española Victoria Cayuela: “El Universo de Cecilia Zevallos es un cosmos circular tan impregnado de naturaleza y vida, como de muerte y angustia, tan lleno de sensualidad como de espiritualidad.” Desde el punto de vista cultural, un ideal filosófico del hombre culto es el conocimiento de las cosas divinas y de las cosas humanas.

     El camino filosófico para desentrañar el problema de la esencia del hombre y sus eternos interrogantes acerca de su origen y destino, se da desde lo humano a lo divino o viceversa. Y esto que al parecer es una antinomia, no lo es si recordamos que Dante Alighieri, buscó la vida de lo divino para desentrañar los misterios humanos del ser, con su Divina Comedia; y, en cambio Honoré de Balzac, escogió el camino distinto: desde lo humano a lo divino, con su Comedia Humana. Más tarde diremos como está resuelta esta filosofía desde el punto de Cecilia.

     Es circunstancia feliz este reencuentro con su persona y poesía. Hace un año, con ocasión de su ingreso al Ateneo Ecuatoriano, me entregó los ejemplares de sus dos libros publicados en Canadá “Murmullos”, en 1997 y “El Universo de Cristal” en el 2003, por la misma Editora Dulcineas de éste su tercer libro, en la ciudad de Trois Rivieres –Quebec, ciudad conocida como “Capital de la Poesía”. Me prodigó con una lámina impresa que contiene su poema “A ti, hombre”.

     Cecilia traspasa ese mundo, de los disfraces, artificial, al parecer convenido, inofensivo, para pasar a situaciones que le pintan lo que es su ser, la verdad de su existencia, ya no física sino espiritual; y lo que antes, en el poema, asoma en su sentido literal, aparece en un sentido figurado, lleno de imágenes que relata la vida del alma en sus relaciones esotéricas. Del placer de los disfraces, de los sentidos en gozo transitorio, efímero, llega a la voluntad decidida de arrojar la careta para convertirse en si misma, alcanzar su verdadero ser, su responsabilidad de persona libre pero solitaria, enfrentada “al otro tiempo sin retorno”. 

     Cecilia piensa en la muerte, pero no se queda en la angustiosa contemplación de su último y propio destino: ama, piensa, vibra con sus motivos poéticos, que le liberan de esa situación existencial espantosa que es la muerte. Y es aquí donde encuentra su salvación poética. Sólo el suicida piensa que acaba la vida del alma, cuando ésta por definición es eterna, es inmortal, como lo es la belleza para nosotros los poetas que la perseguimos y a veces la hacemos nuestra colocándonos en el EIDOS, en el plano de la idealidad.


           Una realidad  va  apareciendo  más  allá de la descripción sensorial de su niñez  y  juventud. Algo como leyes ocultas, como impresión  de  irrealidad  e  inaprensibilidad  de  una  existencia visionaria y soñadora. Una realidad situada más allá de nuestras fronteras.Algo sin control de nuestras propias capacidades de ver, oír, palpar, pero si de intuir otra dimensión, otro mundo que escapa de lo que entendemos como realidades;  y aquí si que entramos en el  campo  de  los  místicos,  vedados  para  los  profanos,  que encontramos  a  Dios sólo en las palabras dichas a veces en forma de oración o de gracias por el favor recibido.  


Clicar: PREFACIO DEL KEMPIS - p. 22 

       Finaliza su poema profano con un colofón sorpresivo, en el que vuelven los payasos con sus caretas lloronas, o con caretas rientes y el circo sigue girando, con sus jirones humanos, y afirma: “Yo traigo del circo mis temores / y también vendo ilusiones / en el circo”; con lo cual nos confirma en el tema que es humano y profano, porque después de sus meditaciones poéticas, dice lo que antes dijo: “Ni Dios... ni el mundo me escuchan / el mundo está loco como todos y nos manejan los de abajo y los de arriba / nos maneja el dólar y el petróleo / y la Bolsa nos maneja con sus cifras...y el Gran Titiritero nos maneja/ con su Ley dictamina desde arriba” Estas realidades del mundo de hoy le hace afirmar que: “caen los ángeles/ caen los diablos y que cae ella misma, para volver al circo que “sigue girando/con sus humanos”.

        Otro rasgo que he omitido hasta ahora, es el aspecto formal de los poemas de este libro, que pesan también a la hora de formular un criterio sobre la obra, que bien hubiera querido disponer de más tiempo para realizarlo de forma exhaustiva y completa. La escritura de Cecilia, siempre clara se hace más cuidadosa de la palabra y de su construcción semántica. Sin embargo no es rebuscada ni complicada. Su traductora al idioma francés, en esta versión bilingüe, no habrá encontrado dificultades insuperables en su trabajo. Los dos traductores, uno de ellos poeta, cultos conocedores de las dos literaturas francesa y española, garantizan que esta traducción se ciñe al lenguaje poético, que es distinto del usado en forma común y difiere de la prosa, porque la poesía que es el género más intenso, tiene que ser exacto, puesto que una palabra, una sola puede significar el cambio mismo del poema. 

     Hace poco tuvimos el grave escándalo suscitado por una pésima traducción al idioma inglés, de los poemas tan poéticos, valga la redundancia, de nuestro Jorge Carrera Andrade, de quien, de paso hay que decir que sus traducciones de poesía francesa del Siglo XX, no tienen parangón. Por ello, es digno de tener presente, para cualquier traducción de poesía, de un idioma a otro, si se quiere lograr la fidelidad literaria y de pensamiento, lo que dijo André Maurois, advirtiendo sus dificultades: “Un beau poéme est une miraculeuse coincidence entre un rythme et un pensée. Y que cuando se trata de traducirlo, dice que esta milagrosa coincidencia no es solamente entre un ritmo y un pensamiento; ella es entre dos ritmos y dos pensamientos, para finalmente asentar un axioma: “La verdad es que hace falta un poeta para traducir a otro poeta. 

      Más exactamente nosotros no traducimos un poema, nosotros lo pensamos nuevamente, lo vivimos nuevamente, nosotros lo escribimos nuevamente”. De aquí se deriva otra realidad en la interpretación poética, cual es que de un poema en la propia lengua materna, puede traer para el lector un mensaje propio, captado por él y para él. No se diga para un crítico literario. Por eso, le pediremos en el desarrollo de esta tertulia que nos lea, porque desarrolla un tema nuevo y muy bien logrado por la autora.

       Con estos poemarios comencé a conocer su poesía y un poco de su autobiografía. En el primero nos confiesa que sus versos han seguido un largo proceso hasta decidir publicarlos. Antes de ello, dice:”Mis versos casi siempre se quedaron vibrando en los átomos cristalinos de una idea sin alcanzar su forma, pero yo sentía que tiritaban allá en lo misterioso, lo intangible, lo ignoto”... “Hoy siento que ellos mismos me piden que los saque a luz, que les de vida”. Con ello nos da cuenta que el arte de poetizar no es simplemente ponerse a escribir y publicar lo que sale de la pluma o de la computadora, es éste, producto de un arduo trabajo de partenogénesis y de quien quiera que su creación sea apreciada por el mismo autor pero principalmente por sus lectores. La libertad de un escritor no puede estar ajena a la responsabilidad literaria. Como ella misma nos dice en su inicial poema: “Verso” (p.12).

       Y en buena hora que decidió publicarlos. De permanecer escondidos para mirarlos como Narciso, nos hubiera privado del deleite de poemas tan bien escritos como “Los Ceibos” o de esa lluvia de versos, de esos murmullos cubriendo sus espacios, cortos, intensos, que no son otra cosa que atisbos de ese infinito inconmensurable donde moran todas las ideas. 

        En su segundo libro, “El Universo de Cristal”, así como en su poema al hombre, individualmente considerado, su voz adquiere más hondura que verso, va cavando más en el ser. Mira con el símbolo de la ventana, que lo repetirá en ¡Oh, Kempis!, y nos traslada al pasado para mostrarnos su presente.

        Por propias confesiones sus poetas maestros, guiadores todos ellos de grandes poetas: Rubén Darío, Juana de Ibarbourou, Luis Palés Matos, Medardo Ángel Silva y otros, los conjuga con sus coterráneos de ese idílico vergel del valle de Portoviejo, Vicente Amador Flor y Horacio Hidrovo. Pero no hay duda que son sus propias experiencias existenciales las que mira por la ventana del mundo, las mismas que van dando forma a su poetizar de ensueños y también de protestas cívicas.

      Hay en este libro, poemas anunciadores de una mejor vendimia, en su “Corazón que canta desde el suelo”, “Corazón que se recrea en la Fontana”, (Strauss, Opus 364), “Corazón que arde desde el Fuego, (Sinfonía No.5 de Beethoven), “Corazón que gime con el Viento”(Strauss, Opus 410) No hay duda que desde su interior escuchando estas voces grandes musicales tan cerca de la grandiosa y enigmática armonía del Universo, la poeta siguió este luminoso camino para llegara su mejor obra que es hasta hoy su Kempis.

        Este Libro, dividido en dos extensos poemas titulados: ACTO HUMANO y ACTO PROFANO, escrito desde el 2001 y publicado en el 2004, según reseña de la autora, es obra de reflexión, de pensamiento filosófico poético. Lo comprobamos si observamos que hay poemas con un rápido mensaje, otros como los de este libro de Cecilia, que merecen ser estudiados, volverlos a leer para ir encontrando en cada pasaje la profundidad que ellos contienen. Pero esta hermenéutica para fijar su verdadero sentido, no se hace tan difícil en estos poemas, cuando con clara intención Cecilia nos traslada a rememorar la vida y obra de Kempis, aquel asceta que fue encontrando al paso del tiempo, de sus tribulaciones y meditaciones, que la vida no es más que una parodia y el mundo un circo de representaciones, en el que el hombre juega un papel de títere de fuerzas superiores. 

        Por eso en el poema tan célebre y celebrado de Amado Nervo, dedicado A Kempis, le hace exclamar: « ¡Oh, Kempis!, antes de leerte amaba/ la luz, las vegas, el mar Océano, /mas tu dijiste que todo acaba / que todo muere, que todo es vano. »

ClicarSOBRE MÁSCARAS

        Nuestra poeta, Cecilia, es más explícita en esta posición del hombre, frente al engaño del mundanal ruido, para introducirse en esta angustiosa realidad y escribe su CARTA A KEMPIS: (p.75)

        De esa visión del “mundanal circo”, quiere desprenderse. Sacarse la careta de la representación, cuya imagen muestra la portada de este libro como símbolo de su principal tema. Y de pronto quienes han comentado este libro: Victoria Cayuela y nuestro poeta manabita Horacio Hidrovo Peñaherrera, encuentran y aprecian singulares características con las que en general coincido, principales estas cuando afirman que ha trabajado con responsabilidad, uniendo magistralmente creatividad con el uso acertado del lenguaje (H. Hidrovo), o que  “sus versos hablan un lenguaje de doble filo, que a veces, pueden tomar el tono inocente de una niña, seguido de la solemne y sabia voz de una anciana. Y que es precisamente por ello que la poetiza consigue tanto hechizarnos como sacudirnos y siempre lo hace con una transparencia y sencillez, a decir de la crítica de  la poeta española Victoria Cayuela.

      Tengo que resaltar que el uso del lenguaje y su construcción son importantes a la hora de formular un juicio o comentario. Lo notorio en estos poemas de Cecilia son sus versos de arte mayor, y en ciertos pasajes tienen una construcción notable, donde el ritmo y el endecasílabo o más extendido verso acompañan la profundidad de su pensamiento. Cierto que la autora se expresa con verso libre y divide y corta esta composición, que es cubierta por la fonética en la lectura, como en el siguiente pasaje: (p.35).

     Finalmente expreso que estamos frente a una obra que, estudiada en su profundidad, se colocará en las honduras de nuestra literatura ecuatoriana, por tratarse de un tema humano y divino, con perfume de mujer.

Raúl Velasco Garcés    
Escritor - Poeta
Director del Grupo Cultural 
"Ateneo Ecuatoriano"               
Quito, Septiembre de 2004

 ***

Comentarios

  1. Infinita gratitud a RAÚL VELASCO GARCÉS por la deferencia que tuvo al haber recopilado información sobre mi accionar poético, haber estudiado la obra desgranando mis versos e introduciéndose en ellos, para redactar magistralmente el texto, con el que me presentara ante el dilecto público que asistió, al evento poético, la noche de septiembre del 2004 en Quito -Ecuador.

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Muchas gracias a todos los Quijotes y Dulcineas por dejarme vuestros comentarios. Perdonen si no puedo responderles individualmente pero quiero que sepan que cada uno me deja un átomo radiante de luz que nutre a mi alma.
Ceciely